Ese rostro que cruza la multitud,
lleva todos los vientos y los exilios del espanto.
Tiene formas de madera
y destino celeste de araucaria.
Sobre él han trabajado los años.
Heridas de los abuelos
|
que vuelven para habitarlo.
El paso es firme
y la voluntad del reclamo
pone su nombre sobre la pancarta.
Marcos me mira,
desde una remera, interrogante.
Quizá no entienda
que entre tanta palabra
esta mujer pueda concentrar su batalla
en la poesía de Roque Dalton
que con ella ha vuelto
a enarbolar la esperanza.
Ese rostro que cruza la multitud
me mira desde los ojos originarios de América
Me mira desde un mundo incendiado.
Lleva en la mirada coraje de cinco siglos,
y su reproche suena como las armas.
Ese rostro tiene el color
de las camisas pintadas.
El color de la arcilla
que, día por día, sus manos amasan.
Y vuelve a mirarme Emiliano Zapata
desde el único espacio de su pasamontañas.
También allí hay dos ojos
con todo el dolor de América postergada..
Es el momento preciso en que un médico
me golpea con su palabra para recordarme,
para recordarle a la multitud
que los tambores no suenan en vano.
Una vieja mapuche ha cruzado la calle
Su rostro y su pancarta
llevan todos los vientos y los exilios del espanto.
Los tambores, no suenan en vano...
(Neuquen. Neuqúen: Movilización de los trabajadores de la salud. (Último viernes de abril de 2005)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario