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na larga muralla construyen los gringos.
De Este a Oeste.
De disparate a hipocresía. De lo artero a la impostura.
De mar a mar repta el veneno.
Han hecho un llamamiento a los expertos:
Especialistas en saña,
diestros y pacientes estafadores,
competentes farsantes.
Todos acudieron pródigos a dejar sus modelos
a prueba de sueños y otros males.
Pondrá esta muralla
coto a la invasión de los bárbaros,
que, desde sus rústicos países y sus olores,
enarbolan reclamos y reclamos.
Habrá que ocupar en la muralla
a todos los hombres sin trabajo.
Construirla rápidamente.
Cercar Canadá cuando se concluya Méjico.
De angustia a regocijo, la muralla.
Finalmente, dos cuadrillas de bienaventurados
terminarán de cerrar el mar y el mar.
Recién entonces,
-después de invitar a que pasen
los que admiren ese paraíso,
después de dar lugar a que huyan sus agobiados-
cuando hayamos comprobado
que es imposible violentar tanto trabajo...
... recién entonces, comenzará la fiesta.
La muralla, voluntad de los hombres,
será finalmente la paz sobre
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