viernes, 22 de junio de 2007

UNA GUITARRA


E

n la casa hay una guitarra.

Una guitarra antigua y lastimada.

Ha cantado siempre en armonía con los sueños.

Hasta imaginó, alguna vez, una canción

por Nicaragua.

Los amigos con ella se han confesado.

Los hijos, a quienes aun reclama

cuando acontecen catástrofes o milagros.

Y sigue estando la guitarra.

Extraña aquellas manos de su infancia

que sobre ella soñaron.

En mis oídos truena su reproche:

¡América intenta otra vez

recuperar a Potosí desde el espanto!

Tengo seis lágrimas,

me dice,

que se secaron una tarde en “Valle Grande”

Tengo seis lágrimas y un ojo

y esta luz que crece en el socavón de mi caja.

Tengo seis lágrimas y un ojo.

Miro a Santa Clara, a La Paz, a Cochabamba

y comienzo a imaginar otra canción

para celebrar la victoria

de todo el Sur del río Bravo

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